miércoles, 10 de agosto de 2011

¿Dónde estás?


Me pongo los tacones más impresionantes que tengo junto mis mejores vestidos para salir a buscarte. Derecha, izquierda, arriba, abajo... ¿Dónde te has metido? ¿Estás ahí? Tal vez hubiera sido buena idea haberte dado mi número aquel día. Tu me habrías llamado y quizás habríamos hablado durante horas. Pero llegaría el día en el que me pondrías la mano encima y yo no la sentiría. O el momento en que aborrecerías mi manera de contarte cómo me ha ido el día. Y uno de los dos saldría golpeado. Y no es que me acojone la posibilidad de que me hagas daño... pero últimamente no me encuentro las ganas de querer por ningún lado . Así que no, no te daré mi número y lo nuestro  se quedará en una de esas historias de sábado por la noche que olvidas al día siguiente. En un par de besos en el rincón más oscuro de ese bar.

O quizá no... quizá cuando un día coincidamos nuestras miradas se encuentren... y el mundo desaparezca.
 M.

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